jueves, 25 de abril de 2013

La Nueva España: La Asturias restaurada de Jesús Puras

El madrileño, asentado en la región hace 27 años, ha dejado su huella en el patrimonio regional, desde el Prerrománico a la Catedral


ELENA FERNÁNDEZ-PELLO

Martes 08 de enero de 2013

Ha sido cumplir los cincuenta años y decidirse a poner orden en sus archivos. El restaurador madrileño Jesús Puras Higueras ha decidido echar la vista atrás y recapitular. En otoño empezó a trabajar en la redacción de unas memorias con todas las actuaciones realizadas por su taller durante los últimos veintisiete años, con valiosas aportaciones para los investigadores, los profesionales de la restauración y los lectores con interés. Muchas de las obras que han sido objeto de sus actuaciones están en Oviedo. Puras es un buen conocedor de la Catedral, donde ha restaurado el retablo del altar mayor, el de la Virgen de la Luz, la rejería gótica y el Cristo de Velarde, y todo un experto en prerrománico, después de haber trabajado en las pinturas murales de San Julián de los Prados, San Miguel de Lillo, Santa María del Naranco, y también, por toda Asturias, en las de Valdediós, Priesca y Santo Adriano de Tuñón. Eso sin ir muy lejos, porque además de encargos por toda Asturias, Puras ha trabajado en Castilla y León, Cantabria y su comunidad natal, Madrid.

Jesús Puras, en febrero de 2006, ultimando la restauración del retablo del Cristo de Velarde.
(Fotografía: Nacho Orejas)

A lo largo de estos años de trabajo duro, horas y horas en posturas incómodas en espacios reducidos y húmedos y pasando frío, el taller de Puras, en el que colabora con su mujer, Ana Ruiz, ha ido acumulando interesantes aportaciones en dataciones y adscripciones. Cuando en 2007 emprendieron la restauración de la Dolorosa de Oviedo, que expone el Museo de la Iglesia, lo hicieron pensado que trabajaban sobre una copia del siglo XIX de la Virgen de las Angustias de Juan de Juni pero a medida que avanzaban confirmaron que es una obra original, del XVI, «y muy buena», apunta Puras. Algo parecido ocurrió con el magnífico Cristo de la capilla de los Velarde, en la Catedral de Oviedo, que Puras no duda en calificar como «la mejor pieza de escultura manierista del XVI en Asturias, mejor que el de Juan de Balmaseda del retablo del altar mayor». Puras eliminó los añadidos del barroco del retablo y su intervención evidenció la excepcionalidad de la obra, que hay quien atribuye a Alonso de Berruguete. Aún queda mucho por indagar sobre esa obra de arte, comenta Puras, «sobre quién la ha podido hacer o de dónde vino».


Las observaciones que Jesús Puras y su equipo han hecho a lo largo de veintisiete años «dan un giro de tuerca a muchas piezas del patrimonio». Es el caso, menciona, de un candelero de San Juan de Santianes de Pravia, que estaba datado en la época visigoda y que él fecha en el siglo XIII. Esa aportación fue publicada en un artículo que firma con el arqueólogo Elías Carrocera en la revista de estudios medievales de la Universidad de Oviedo, «Territorio, sociedad y poder».

Jesús Puras menciona, entre las piezas excepcionales que han sido objeto de su atención profesional a lo largo de estos años, el retablo de Santa María de Noreña, del siglo XVI, obra de Juan de Juni. Y cita las pinturas barrocas de Santa María de Llas, en Arenas de Cabrales, «de mucha calidad» y que casi con seguridad llegaron allí gracias a una donación de Toribio Díaz de Moradiellos a finales del siglo XVIII. También habla de la iglesia de Caleao, «pintada de arriba abajo, detrás del retablo hay pintura, por la bóveda, todo...».

El restaurador madrileño, que ha construido su vida profesional y personal en Asturias y ha establecido su taller en Piloña, ha ido tomando nota de algunas curiosidades. Por ejemplo, de «la manía» de encalar el interior de los edificios para luego pintar en ellos unos «sillares utópicos», algo que también ha visto en algunos templos de Cantabria y del norte de Burgos. «Sería interesante saber por qué lo hacían, con las mismas variaciones, técnicas y policromías», afirma. En Valdediós, señala, «antes de las pinturas hubo un estrato, que encontramos en la cabecera».
Puras tiene pistas sobre los talleres artesanos que trabajaron en Asturias, de la catedral de Oviedo hasta la zona oriental, y datos exhaustivos de sus técnicas, compartidas y perfeccionadas a lo largo de los siglos.

De todo ello se propone dar cuenta en la memoria en la que está trabajando y en la que se ha puesto como objetivo divulgar los estudios que ha realizado y las actuaciones que ha llevado a cabo. Ahora muchos investigadores acuden directamente a su taller en busca de información, cuenta. Registrará los detalles de los trabajos que ha llevado a cabo, para que puedan ser tenidos en cuenta por los técnicos que intervengan posteriormente en las mismas obras.

La Virgen románica de Celón, el díptico románico de la Cámara Santa, el retablo de la Virgen del Valle, el barroco de la iglesia de Santo Domingo, el antiguo salón de plenos de la Junta General del Principado y el grupo escultórico que decora su fachada figurarán en la lista de los trabajos ejecutados por Puras durante su carrera. También ha dejado su huella por tierras de Castilla, Cantabria y Madrid. De hecho, asegura que las horas pasadas trabajando en los cenobios castellanos, donde el acceso es muy restringido y se respiran recogimiento y espiritualidad, constituyen una de las experiencias más gratificantes de su vida profesional.

En los capítulos finales de su memoria, Jesús Puras tiene previsto referirse a las obras de creación propia, como la mesa de altar de la capilla de Santa María del Rey Casto en la Catedral de Oviedo, la placa conmemorativa en la Junta General del Principado o las imágenes de bronce que ha creado para el retablo de la iglesia de Bulnes. Con ellos y con una reflexión sobre la evolución en los criterios de restauración en estos últimos treinta años piensa culminar el texto. «Esto ha cambiado mucho. Yo llegué a Asturias cuando los que restauraban las puertas de la Catedral eran carpinteros», comenta veintisiete años después.

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